Querer que sean independientes, a mi forma de ver, es bueno. Es importante. Es necesario y vital.
Ser independiente para uno mismo y solidario con los demás.
El apoyo mútuo es igualmente necesario, importante, bueno e inmensamente vital.
Educarlas para que sean independientes en sus decisiones, de cuerpo y alma.
Educarlas para escuchar, ayudar, solidarizarse y apoyar a quién necesite de ellas.
Hombres y mujeres independientes en saber hacer, pensar y decir.
Hombres y mujeres solidarias en su hacer, pensar y decidir.
Es una enseñanza compleja. Enseñar a dar más que recibir. Dar sin esperar nada a cambio. Dar lo que tienes y no lo que te sobra.
Pero esa enseñanza, que a priori, pienso recae a mí, se convierte en un aprendizaje común.
-Soms familia, no?
Me preguntó Moira cuando preparábamos ropa de abrigo para las personas que están en campos de refugiados helados de frío.
-Com dius?-me extrañó la pregunta.
-Tots soms família, no? Tots hem sortit de la mateixa espècie, dels mateixos mare i pare. Només és qüestió de temps.
-I el temps és relatiu, oi?
-Això!
-Saps que, Moira, hi va haver un filòsof, bé, molt més que un filòsof, Mijaíl Bakunin, que va dir: "la meva pàtria és el món, la meva família la humanitat".
-Jo també ho crec així, mama.
-Jo també ho crec així, filla.
Y ponen caramelos en los bolsillos de los abrigos para los niños que viven en zonas en guerra. Pequeños juguetitos y cromos.
Sin yo decirles nada.
Madicken.
Tjøme, Noruega.
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