july

Hace una década era una mujer diferente.
Y entonces llegó ella. Y lo puso todo patas arriba.
No me sentí nunca tan importante para alguien. Me sentí imprescindible, única.
Y los días se convertían en noches y no habíamos cambiado de postura, ella enganchada a mis pechos. Alimentándose, sosegándose, recibiendo calor (amor), durmiendo.
Nunca gateó, para qué?! se estaba mucho mejor en brazos. 
Y cuando menos me lo esperaba, ya corría detrás de los gatos.
Empezó a hablar a los 3 años; tenía un serio cacao de idiomas en la cabeza. Ahora, no calla ni bajo el agua y, no es un decir, la oigo hablarme a través del tubo de bucear, o me para cuando ambas buceamos y una ristra de burbujas salen de su boca mientras sus brazos gesticulan...
Su risa me conmueve. Es de esas personas graciosillas que se las pasan explicando chistes malos e interpretando situaciones descabelladas.
Su lógica es aplastante si lo ves con sus ojos, con su mente y su corazón; yo, a veces, no la sigo... pero debe de ser la bomba ser su amiga! sólo tiene un requisito para ello: "ser salvaje", si lo eres, eres bienvenido/a a su mundo.
Atrapa insectos y se los coloca por la cabeza y brazos, mientras todos la miran con cara de asco. Atrapa ratones y rescata abejas dándole confitura de la mano, esas abejas moribundas comen y vuelan de nuevo.
Hace un tiempo que viste con una túnica negra. Un niño se le acercó y le preguntó por qué; "sóc una bruixa, no ho veus?"
Está salvando al mundo. Lo está liberando de mentes cuadradas e intolerantes. 

Me enfado mucho con ella, discutimos, hablamos eternamente y al fin, unas veces ella se disculpa y otras lo hago yo.
A veces no nos disculpamos, porque creemos que las dos tenemos razón. Entonces, cuando nuestra respiración a vuelto al ritmo normal, nos vamos acercando y buscamos alguna frase que sabemos que a la otra le hace gracia. Sonreímos, a veces nos reímos y pasamos página.

Soy una mujer afortunada. Agradecida a la vida (claro que podría habérmelo puesto un poquito más fácil con una niña un pelín menos estravagante, pero, bah! no me lo pasaría ni la mitad de bien!).
Diez años.
Moira.
 
Hay una isla minúscula en Malasia, de cuyo nombre no quiero (ni debo) acordarme.
La arena es blanca, el mar turquesa y en donde los corales forman un verdadero bosque submarino.
Mientras los sobre vuelas, miles de peces de todos los colores y formas comen y limpian el coral. Es muy importante no alimentar los peces, rompes el ciclo; los peces no limpian el coral y este se muere.
Planeando sobre aquella maravilla marina sientes como si hubieras descubierto un tesoro milenario escondido.
Luego aparece una tortuga marina. Masca algo entre el coral. Te mira y sigue comiendo.
Paralizada sigues observándola mientras sube hacia ti y te roza con sus aletas; ha de nadar hacia la superficie, necesita salir a respirar. Es por ello que los plásticos las están matando, las apresan en el fondo del mar y mueren ahogadas.
Vuelve a hundirse y sigue su camino. Su belleza es incuestionable.
Luego pierdes el tubo de respirar del susto al ver una cría de tiburón. Moira nada detrás de él mientras yo intento engancharla del pié para frenarla. Cabizbaja sigue anonadada con el paisaje.
Peces globo, peces payaso, azules, verdes, amarillos, violetas. A rayas, a puntitos. Planos, redondos y alargados. Pez espada y mantas gigantes.
Ahí abajo hay un mundo tan precioso como el de arriba, sólo que más silencioso.

Hay una isla minúscula en Malasia en donde por la noche el plancton se ilumina convirtiéndose en azul fluorescente.
Mientras nadas, un millón de luces envuelven tu cuerpo.
Un mar de estrellas bajo un cielo estrellado.
Hoy, a más, se pueden ver las lágrimas a San Lorenzo, así que estirados boca arriba flotando sobre el mar en clama, nos damos un baño de estrellas.

Hay una isla minúscula en Malasia, de cuyo nombre no quiero (ni debo) acordarme, que te remueve por dentro y por fuera.
Que te sacude, te voltea y te pregunta.
Y, a más, te da las respuestas.

Día 43.
Moira.
Malasia.
 
El Kayak, ese invento del demonio.
David tiene un amigo que lleva un negocio de kayak. 
En la costa sud de Tailandia, en la província de Krabi, las montañas se abren dejando que la mar las atraviese. 
Son pequeños senderos cubiertos de vegetación extrema, donde los monos van saltando por encima tuyo.
El paisaje es indescriptible.
Como el itinerario no tenía pérdida, declinamos la oferta de un guía.
No había dificultad ni por viento ni por oleaje, así que Moira y yo nos montamos en un kayak y, Madicken y Roger en otro.
Remamos hasta donde en teoría había una playa, allí teníamos que empezar a subir por los senderos. Bordeando las 3 grandes montañas volveríamos al punto de salida. Un paseo de 2 horas, 2 horas y media.
La playa no estaba tras aquella montaña, así que seguimos hasta la próxima.
Para entonces el viento empezó a soplar con fuerza. Costaba remar contracorriente, empezaban las quejas de las niñas.
La siguiente montaña tampoco escondía ninguna playa. Vaya... empezamos a frustrarnos. Dónde estaba aquel punto de subida?!
El oleaje empezó a crearse con tanto viento y nos dirigía aunque remásemos con fuerza.
Allá a lo lejos ya solo había los manglares, lugar de recogida de los monos, que son bastante territoriales y nada hospitalarios.
Dónde estábamos? las montañas ya se veían en la lejanía, los manglares, de los que nadie dijo nada, a tocar. Más allá, la nada.
Si nos habíamos pasado, cosa bastante probable, cómo hacíamos para volver?!
3 intentos fallidos de vuelta. Las olas nos incrustaban en los manglares a golpetazos.
Yo empezaba a perder los nervios. No soporto la impotencia. Madicken se asustó viéndome y se puso a llorar.
Empezamos a tranquilizarla, pero las olas nos daban golpes contra los árboles y, era complicado que nos creyese cuando le decíamos que estaba todo bajo control.
Cuarto intento. El peor de todos. Ese hizo llorar también a Moira.
El teléfono que llevábamos escrito en los chalecos salvavidas no correspondía a los kayaks que estábamos usando. Eran de otra empresa. Fantástico!
Llamamos a David, pero no respondía.
En fin, nuestra única opción era dejarnos llevar por la corriente hasta donde nos dejase, ya buscaríamos la manera de volver.
Vimos a lo lejos una plataforma de cabañas flotantes. Parecían pescadores. Para allá nos dirigimos.
No hablaban inglés. Dos hombres y una mujer nos miraban y sonreían. Iban diciendo que sí a todo.
Sí a que tienen un barco para remontarnos. Sí a que saben dónde está el itinerario de los kayaks. Sí a que no saben lo que decimos...
Empezaron a llenar de frutas a las niñas. Empezaron cortándoles rajas de sandía. Madicken, sollozando iba cogiendo y comiendo mientras intentaba engullir mientras lloraba. Le habíamos explicado que nunca menosprecie un ofrecimiento. Madicken es de esas personas que aún cuando no puede, lo hace.
Moira, más calmada, iba aceptando los regalos y se los iba dejando encima de las piernas, mientras les dedicaba una media sonrisa.
Yo no entendía nada. Creí que entendían que queríamos comprarles cosas. Les volvía a explicar, pero solo hacían que sonreír y asentir con la cabeza.
Le enseñé el móvil. "Kayak". Entonces uno de los hombres cogió su móvil e hizo una llamada mientras el otro sacaba del fondo del mar un coco atado a una cuerda y lo abría para dar de beber a las niñas.
También les dieron paquetitos de chuches y un sinfín de cosas más.
Nos hicieron salir de los kayaks, hasta entonces estábamos atados a su plataforma flotante y nos subieron a ella.
Era muy pequeña. La mujer limpiaba moluscos y los ponía en una red. Solo nos mirábamos y sonreíamos.
Uno de los hombres, el del teléfono, empezó a hacernos un sinfín de fotos. De todos los ángulos posibles.
Nos sentíamos un poco como animales de zoo.
Así estuvimos un rato largo. Sentados, sonriendo, sin saber qué pasaba realmente.
No quería hacerme pesada, pero iba preguntando "Kayak?" para ver si sacaba algo en claro.
Por fin dijo: "En moment".
Ah, bueno! algo es algo.
Al rato vino una barca con motor. Se amarró a la plataforma y salió un chico que se subió a otra y se fue.
Nos hicieron subir a esa barca.
Creímos adivinar que nos remolcarían.
Así fue.
Después de un viaje bastante agitado por el temporal, sujetando los 2 kayaks dispuestos en perpendicular encima de la barca, llegamos al punto de partida. Éramos los últimos. Claro está.

Durante todo el viaje nos sonreían y seguían cortando coco a las niñas mientras nosotros intentábamos, tal como pulpos, sujetar niñas, kayaks y mochilas.
Estábamos tan agradecidos que no teníamos más que dinero para ofrecerles. No querían nada, pero esa no era la respuesta correcta para nosotros. Les llenamos de todo lo que llevábamos encima. Y aún así, pese a su cara de asombro, no era, ni por asomo, suficiente agradecimiento.

Se fueron. Se fueron esos dos hombres. En tierra nos quedamos nosotros, con las manos llenas de frutas y pastelitos.
Pero sobretodo llenos de agradecimiento y estima.

Madicken no quiere volver a oír la palabra kayak. Así que no sabemos si esas montañas se abren dejando que la mar las atraviese. Si esos pequeños senderos cubiertos de vegetación extrema, donde los monos van saltando por encima tuyo es un paisaje indescriptible.
Lo que sí sabemos, es que el kayak lo carga el diablo! 

Día 22.
Krabi, Tailandia.

De vuelta a la carretera llegamos a Krabi, a la granja eco de David y Joy, un paraíso en plena selva.
"No dejéis comida fuera cuando os acostéis, hay ratas gigantes. Cerrad la puerta del dormitorio, no por nada, pero suelen venir serpientes pitón, no están interesadas en vosotros, sino en mis aves de corral, pero por si a las niñas les da miedo..."

Niñas? Hola qué tal? Serpiente Pitón?

-Pero no son venenosas, no?-pregunté a David
-NO. Las pitones, no. Las cobras sí!
-Ok! y aquí no hay cobras, no?
-Sí, también hay cobras.
-Ah. Molt bé...

A Moira le encantan las serpientes (se olvida que comen también gatos) y anoche tuvimos una larga discusión de si cerrábamos o no el dormitorio.
Por la noche, en el río, nadan en busca de carpas. En teoría, durante el día, dejan que nos bañemos.
Hoy he soñado que Moira se iba navegando a galope de una pitón río abajo.

Día 17. Sin noticias de Gurb.
Krabi, Thailand.
 
Estamos viendo playas y lugares en donde su perfección es absoluta.
Estamos viendo lo que la naturaleza crea. Pura belleza.
También vemos centenares de kilos de basura. Hay playas en las que su arena es un verdadero vertedero, sobretodo después de la tormenta nocturna.
Botellas, zapatillas, plásticos, recipientes, cañitas de plástico, mecheros... lo que el ser humano crea.
El mar lo devuelve, es como si nos dijera 'quédate tú con tu mierda' y, no es para menos.

Qué estamos haciendo?

Anoche, miramos 'Gravity', la película de Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki.
Hay varios impactos entre naves y satélites, lo que provoca un sinfín de residuo suspendido en el universo.
-Ostres!!! No només estem destruïnt el nostre planeta, també estem embrutint l'espai exterior!!!-comentó horrorizada Moira.

Creamos cosas maravillosas, interesantes y alucinantes, pero tienen un impacto medioambiental nefasto.

Deberíamos unir el trabajo manual y el intelectual así como la industria y la agricultura en una armonía siempre respetuosa con el medio ambiente y el ser humano.
-Mama
-mana
-això m'encanta! Jo vull viure viatjant.
-jo també!!

Día 12.
Madicken. Koh Lanta, Thailand.
 
Día 7. Seguimos en la isla de Koh Phanga, en el golfo de Tailandia.
Hemos hecho un trato con una familia, nos llevan en su pick up a diferentes puntos de la isla, nos dejan y nos recogen en el mismo punto. El inglés no lo dominan mucho, nos comunicamos con sonrisas y señas. Miradas y expresiones faciales.
Las niñas controlan más que nosotros esta comunicación no verbal, así que muchas veces nos hacen de intérprete.
La señora de la casa no hace más que cortar ramas de un árbol y embolsarla, me ha dicho el nombre de la planta ocho veces, no lo he entendido, pero ya me da vergüenza preguntárselo de nuevo... la usan como anti urticaria. Sobretodo para los niños. La hierven y se duchan con ella.
Pasado mañana saltaremos a la costa oeste. 7 horas de viaje entre ferrys y autobuses.
Hasta entonces, así estamos.

Madicken, Koh Na.
Koh Phanga, Thailand.











may


El cuento del patito feo. 
Retrata muy mucho lo que esta podrida sociedad pretende.
Caras sin arrugas, cuerpos estilizados, juventud eterna...
Luchar por convertirte en bella/bello (más bellA, para qué nos vamos a engañar) y, una vez conseguido, creerte que lo has conseguido, has triunfado, has sido aceptada por todas aquellas personas que te despreciaban por tu físico.
Qué mal, no?
Qué mal que incluso hayan cuentos infantiles, los que se supone han de contar valores a los infantes, que traten y defiendan este tema.
Cuántas tiendas de ropa y cuán pocas librerías.
Siguen dibujando al malo gordo, con cicatrices y vestido de negro.
Leí hace poco un articulo de una chica que decía que, al final la aceptaron, "me convertí en cisne, luché por ello y lo conseguí".
Luchar por ello, obviamente, significó someterse a innumerables operaciones quirúrgicas, que muy probablemente pusieron en riesgo su vida. Pero no importaba, la meta era agradar y ser aceptada por un colectivo de gente que le dará igual que no tenga un discurso interesante, primará su belleza, la que estipula la época en que vivimos ahora.
Qué horror! 
Haced lo que queráis, pero yo recomiendo no llamar princesas a vuestras hijas, no halagar a las niñas/os con piropos como "qué guapa eres!, qué vestido tan bonito!, busquemos otras maneras de agradar, porque las hay. 


Me enfadé con Moira. Mucho. Perdí primero la paciencia, luego los nervios y, desgraciadamente, el respeto.
Abusé de mi condición de adulta. El tono de mis palabras es más severo, más duro. Que no quiere decir que tenga más sentido que el de ellas, ni más razón. Es jugar con ventaja. Está mal.
Y mi enfado, mi rabia iba en aumento sin saber razonar.
Y ambas empezaron a llorar.
A las dos les dolió, no lo que les dije, sino cómo se lo dije.
Paré en seco. Quise abrazarlas. Moira no me dejó, Madicken sí.
Salí del dormitorio y empecé a tender la ropa. Quería llorar pero la rabia no me dejaba.
Rabia por no haber sabido lidiar con la situación. Ya no servía decirme a mí misma que eran las once de la noche y estaba cansada, ya no colaba el hecho de que, inicialmente, tuviera razón. Había abusado de mi estatus de madre/adulta. 
Mi rabia era tal que no sabía donde esconderme.
Y apareció Madicken.
-M'has de prometre que mai més tornarà a passar això.
Y me tendió los brazos para que la cogiera en brazos.
Me abracé a ella como nunca antes había necesitado un abrazo. Hundí mi cabeza en su cuello y respiré hondo. Me senté en el suelo aún abrazada a ella.
-M'he equivocat?
-Sí
-Però en què?
-No li has deixat temps per pensar ni fer. S'ha estressat.
-sí que li he deixat temps!
-No el suficient.
...
Ahora tenía muchas ganas de llorar, pero no quería ni podía hacerlo delante de ella. Madicken odia ver llorar y más cuando es su familia. Madicken dixit.
-Gràcies Madicken. Moltes gràcies. Tens raó. M'he comportat fatal.
-Vés-hi i demana-li perdó. Arregla-ho.
-Deixa'm uns minuts.

Cuando tus hijas te enseñan a ser madre.
Ambas nos hemos pedido perdón. De corazón. Abrazos, besos y palabras que tienen todo el sentido.
Y Madicken sonriente y orgullosa mirándonos. Con una mano encima del hombro de cada una.
Crecer con ellas.



Moira baja a desayunar.
Abre la nevera, saca la leche, abre el armario y coge una taza.
Y mientras se sirve la leche en el tazón;
-saps què mama, jo no sé si pariré els meus fills o els adoptaré, això ho sabrà la "futura Moira", el què sé, és que tindré una piscina plena de pilotes.
Toma un sorbo de leche y con el bigote blanco, sonríe.
-ens ho passarem bomba!

-M'avorreixo
-Llegeix un llibre
-No en tinc ganes
-Juga als clics
-No em ve de gust
-Fes un pastís
-Puc?
-Pots, què?
-Fer el pastís?!
-Vols?
-Sí! m'ajudes?
-No, ara estic llegint
-Veus, no puc fer res!

Moira.
La pre-adolescencia.

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april

A la deriva.
Sin control.
Perdida.
Leo, miro, observo. Me instruyo, contemplo y nada se ajusta a mi realidad.
O sí y no lo quiero ver.
Y mi lugar de confort es cuando me acuesto al lado de ellas. Dormidas me acurruco juntando nuestros cuerpos.
Su calor me relaja, su respiración me canta una nana.
Mi estómago se va destensando a medida que acaricio sus cuerpos, su cabello.
Mis miedos se multiplican en mi cabeza y debo abrir los ojos y mirarlas. Están ahí.
Hoy han jugado, han corrido, volado, gritado y reído.
Me han explicado y me han escuchado.
Y su día ha acabado con masajes en los pies y en la espalda, nuestra rutina. Hace unos meses cambiaron las historias y las lecturas nocturnas por la relajación muscular. A mí también me gusta más. Encuentro que cierro mi día mejor con ellas.
Echo de menos besarlas y cogerlas en brazos, ya se creen mayores para eso, a veces, así que me doy un festín de contacto por la noche.

Pero me siento temerosa.

Mi cabeza anda repleta de miedos.
Deseosa de coger las riendas, de poder cambiar la sociedad.
De querer ofrecerles un lugar libre donde ser lo que quieran ser, sin que nadie las juzgue.
Juzgar sin saber ni conocer.
Criticar sin haber razonado.
Menospreciar la diferencia.
Atacar al barco que se encuentra a la deriva. Sin vela, sin quilla, sin timón.
Hundir al débil.
El gran mal de esta sociedad.

  



A mí también me parece extraordinario lo que hace.
También le iluminaría para que se viera mejor.
Pero son tantas veces las que no necesita ayuda...
Las que me explica y yo aprendo.
Que aquel lugar, el que lleva miles de años "inmóvil", no va a desaparecer en dos horas.
Qué hay tiempo para disfrutar de esta parte del cabo! Aquí, observando el camino de las hormigas en fila.
Todo lo que hacen, todo lo que piensan, todo lo que crean es crucial.
Para su intelecto, para su bienestar emocional, para sus vidas.
Lo tienen, lo ven de la manera que es, saben lo que quieren.
Nosotr@s solo, simplemente, hemos de estar ahí.
Para que no se despisten, para que continúen pensando y obrando como lo hacen.
Que nos enseñen a pensar, observar y razonar como lo habíamos hecho antes. Antes de que creyéramos que las cosas vitales pueden estar en segundo plano y las necedades, simplezas, materiales y chorradas varias sean las prioritarias.







Y el camino se abre delante nuestro.
Con sus sorpresas.
Pruebas complicadas o sencillas.
Decidiremos por el camino.
Nuestro objetivo, llegar.
Llegar ricos en conocimiento, experiencia y sonrisas.
Degustar cada momento qual manjar exquisito cocinado a la lumbre de un leño.
Sin prisas. 
El descanso es un premio que no nos dejamos saborear.



march

Levantarse, ponerse el abrigo y bajar sin desayunar el camino.
Eran 5 los que habían dormido en casa. Salieron sin desayunar.
La más pequeña, con las prisas, se olvidó ponerse los zapatos.
-Espera Arlet! hi ha fang al camí! 
Y a volandas le calcé unas sandalias blancas (las que había traído) que muy probablemente su madre o padre deberá teñir de algún color para disimular.
Yo salí después de beberme de un sorbo el café. Agarré la cámara y seguí los raíles del patín sobre el barro que había dejado Madicken (solo a ella se le ocurre ir con un patín por el barro...).
Y todas las borrajas estaban florecidas. Todas mojadas por el rocío.
Y luego de un ratito decidieron irse corriendo a por las bicis. Moira se quejó. 
-Què feu?! això és un festival de borratxes! 
Y siguió recolectando. 

Moira.
Cistella, Girona.




Cuentan las tribus africanas, asiáticas, oceánicas, americanas y europeas que la crianza no es más que dar amor.
-Es dar amor amamantar al bebé hasta los 4-5 años. El pecho siempre se ofrecerá a demanda.
No es raro, no es malo, no es malcriarDe esta forma su sistema inmunológico se hace fuerte. 
-Los bebés no deben estar nunca solos, nos acompañarán en nuestros quehaceres diarios. Llevarlos a cuestas nos dará mucha más libertad para hacer lo que necesitemos hacer. Si no es posible, será un miembro de la familia quien le de sosiego y brazos. 
No es raro, no es malo, no es malcriar. Dejarles llorar no hará que sus pulmones se hagan más fuertes, no se aprende nada enseñando qué es la fustración.
-Dormirán con su madre y/o padre, si no es posible, junto a sus hermanos y/o hermanas. Sentirá el calor y acompañamiento familiar. De esa manera se fortalece el vínculo y la desaparición de miedos y terrores nocturnos.
No es raro, no es malo, no es malcriar. Colechar es la manera de descansar juntos/as, calentarse y despertar al lado de los/las tuyos/as.

Y acompañarlos/las, siempre, en cada momento crucial de sus vidas. Estar ahí, disfrutando, muriendo de amor.

Podemos viajar a la luna, volar entre los edificios, conectarnos a satélites y vernos y dialogar a miles de kilómetros de distancia, pero lo que recibamos en nuestros primeros años de vida, será crucial para cuando seamos adultos. 
La modernidad, la tecnología, la vida cambia, más no lo vital. 

Moira y Madicken.
Colera, Girona.
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february

 
Qué facilidad tienen para robar la concentración, para robarte la mirada.
Te roban el tiempo y la energía.
Y entonces te das cuenta de que no, que únicamente te han robado el corazón. El resto va con ello.
Y tampoco!
No te lo han robado! se lo has regalado! Ni siquiera te lo han pedido, se lo he regalado porque sí.
Porque se lo merecen.
Me han enseñado a hacer cabañas con cuatro cañas, redes viejas de pescadores y arena de playa.
Me han mostrado las constelaciones, esas que no salen en los libros: "la puça saltarina", "la bici estàtica", "el gat salvatge"...
Me han explicado historias venidas de los 7 mares, dicen que sólo los niños y niñas las saben y pocos adultos han tenido el privilegio de escucharlas. Me deshago al conocerme esa privilegiada.
Se me acercan a susurrar las partes más terribles de la historia y su aliento me hace cosquillas en la cara. Cierro los ojos para sentirlo y embriagarme de amor.
Mi tiempo es suyo. Mi concentración les pertenece, mi mirada tiene dueñas.
Toda mi energía se la dedico, se la entrego, se la regalo.
Mi alma. Toda suya.

Moira y Madicken.
Desembocadura del río Fluvià en el Mediterráneo. Sant Pere Pescador.
Girona.

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january

Querer que sean independientes, a mi forma de ver, es bueno. Es importante. Es necesario y vital.
Ser independiente para uno mismo y solidario con los demás.
El apoyo mútuo es igualmente necesario, importante, bueno e inmensamente vital.
Educarlas para que sean independientes en sus decisiones, de cuerpo y alma.
Educarlas para escuchar, ayudar, solidarizarse y apoyar a quién necesite de ellas. 
Hombres y mujeres independientes en saber hacer, pensar y decir.
Hombres y mujeres solidarias en su hacer, pensar y decidir.

Es una enseñanza compleja. Enseñar a dar más que recibir. Dar sin esperar nada a cambio. Dar lo que tienes y no lo que te sobra.
Pero esa enseñanza, que a priori, pienso recae a mí, se convierte en un aprendizaje común.

-Soms familia, no?
Me preguntó Moira cuando preparábamos ropa de abrigo para las personas que están en campos de refugiados helados de frío.
-Com dius?-me extrañó la pregunta.
-Tots soms família, no? Tots hem sortit de la mateixa espècie, dels mateixos mare i pare. Només és qüestió de temps.
-I el temps és relatiu, oi?
-Això!
-Saps que, Moira, hi va haver un filòsof, bé, molt més que un filòsof, Mijaíl Bakunin, que va dir: "la meva pàtria és el món, la meva família la humanitat".
-Jo també ho crec així, mama.
-Jo també ho crec així, filla.

Y ponen caramelos en los bolsillos de los abrigos para los niños que viven en zonas en guerra. Pequeños juguetitos y cromos.
Sin yo decirles nada. 

Madicken.
Tjøme, Noruega.


-Mama, per la setmana vinent he de portar exemples de l'aparell reproductor.
-Molt bé, has pensat en res?
-Una dona reproduint-se?
-Perdó?
-Una dona fent l'amor?
...
-Provem de trobar un altre exemple, Moira? Quan fas l'amor no sempre és per reproduir-te... 

Lo bonito es que ella lo encuentra la cosa más natural del mundo.
Facebook/instagram y otras redes sociales deberían aprender de los niños y dejarse de tanta censura!

Moira.
Tjøme, Noruega.

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Madicken entró en pánico.
Su muñeco, un osito marrón de trapo, había desaparecido.
Se dio cuenta justo cuando entrábamos a la cama.
De acuerdo, vamos a buscarlo.
Recorrimos toda la casa, inspeccionamos todos los escondites, levantamos cojines, sofás, abrimos cajones y rebuscamos entre los armarios. Sin rastro de 'Carlos', el oso.

 -Em deu haver caigut al carrer, mama!
Con esos ojitos vidriosos, con esa vocecita salida de una boca de piñón, triste y desamparada.
-Està bé, Madicken. Posey-vos els abrics, anem a buscar a en Carlos...

El frío apretaba en las calles ya desiertas del pueblo. Ni un alma se paseaba con esa tramuntana soplando con fuerza. Y ahí estábamos las tres, linterna en mano y Madicken gritando a viva voz: 'Carloooooooos!!!!!!'.
Recorrimos todos aquellos lugares en donde había pasado la tarde Madicken. Calles, plaza, huertos, en lo alto del cerezo, entrada del bosque y los cipreses.
Cabizbajas volvimos a casa.
Nos sacamos el abrigo y los zapatos y subimos de nuevo al dormitorio.
Y lloró, desconsolada.
-Madicken; al llarg de la vida perdràs moltes coses, moltes i, fa rabia, però t'adonaràs que només són coses, encara que tinguin un valor sentimental.
L'important és que mai perdis els teus valors; l'amistat, la noblesa, el respecte, l'amor. Les coses van i vénen, però si mai perds els teus valors, llavors sí que et sentiràs abatuda. Jo vaig perdre, tot just va morir la meva mare, un collaret seu que li vaig regalar jo. El vaig perdre i vaig plorar. Però no plorava pel collaret, plorava perquè la trobava a faltar i em feia molta ràbia que no hi fos.
-El vas trobar?
-no, mai més...
-la segueixes trobant a faltar, a la iaia Agustina?
-cada dia de la meva vida.
-i al collaret?
-no hi he tornat a pensar fins ara, que t'he explicat la història.

PD: A los dos días, dentro del altavoz, encontró Madicken su osito marrón. Y los gritos de eufória hicieron que se me cayera el plato que estaba fregando. 

Madicken y Moira.
Cap de Creus, Girona.


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